La crisis social y económica que sufre España en las
décadas de 1940 y 1950 impone serias
restricciones al teatro de la época: por un lado, las infraestructuras están desmanteladas, por otro la censura vigila
cualquier manifestación que ponga en entredicho
el “nuevo orden” establecido. De ahí que la mayoría de las obras repitan
argumentos bastante manidos o se decanten por un humorismo más fácil y
folklórico.
El tema de lo que la Guerra Civil supuso para España y
sus habitantes forma parte de esta
reflexión y está presente también en la novela y en la poesía.
En la posguerra, los géneros dominantes son la comedia de
evasión y el drama ideológico o político, dos tendencias que se mantienen en el
teatro posterior:
El teatro de los primeros años de posguerra es bastante
pobre. Está marcado por la ausencia de dramaturgos insustituibles, como
Valle-Inclán o Lorca. A ello se suman otros factores determinantes, como la
censura, el aislamiento cultural y la dependencia respecto a los intereses
empresariales.
En los años cuarenta triunfan en la escena dos géneros
muy diferentes: la comedia de entretenimiento y el drama ideológico o político,
que viene a justificar el orden establecido.
Esas corrientes marcan las dos tendencias del teatro
posterior:
· El teatro humorístico, con Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
· El drama ideológico, con Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
· El teatro humorístico, con Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
· El drama ideológico, con Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
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